Alberto Chicote aterriza en plena guerra entre empleados y dueño

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La Sexta estrena este miércoles una nueva entrega de Pesadilla en la cocina. Un restaurante andaluz en pleno corazón de Pamplona. A simple vista, y a pesar de no ser lo más tradicional, podría funcionar. Sin embargo el restaurante Olé es mucho más.

Es un negocio muy particular en el que desentonan muchas cosas: su patio andaluz en pleno casco histórico de la ciudad de los San Fermines, su comida, el extraño malestar que se respira en el ambiente… Por desentonar, desentonan hasta las desoladoras rancheras con las que se amenizan los servicios de este, no olvidemos, restaurante andaluz.

El Olé es el restaurante de un empresario de la noche que “cambió los platos de pinchar discos por los platos de servir”. Sin embargo, la aventura le está saliendo algo cara. Aunque su local está en pleno centro de Pamplona, lugar del emblemático chupinazo y ubicación de oro para un negocio de hostelería, el Olé sólo genera pérdidas y su dueño no sabe por qué.
 
Guerra abierta entre los empleados y diferencias con el dueño

Alberto Chicote y Pesadilla en la cocina viajan por primera vez a Pamplona para descubrir cuál es el verdadero problema del Olé. Optimista e inexperto, su dueño no ve lo que para muchos es evidente: la decoración andaluza en un lugar nada andaluz no concuerda; las rancheras que se cantan en directo tampoco hacen que el público se sienta muy integrado en el entorno; el servicio se equivoca constantemente, la carta no es precisamente exquisita…

Y para rematarlo, existe una guerra abierta entre los empleados y entre los empleados con el dueño que provoca diariamente un ambiente enrarecido difícil de soportar. Gritos, insultos y malos modos son el día a día de una cocina y un salón que, de seguir así, terminará por cerrar más pronto que tarde.
 
Un establecimiento en el que falta organización y sobra suciedad

Además, al Olé le falta mucha organización y le sobra suciedad. Buena parte de la comida es congelada y ante las cámaras del programa una clienta ha encontrado un pelo en un plato y otra una larva de gusano en una ensalada. Con estos antecedentes el desafío de Alberto Chicote no será nada sencillo.

El chef tendrá que hacerle ver al dueño lo que él por sí mismo no es capaz de ver. Sólo así se podrá poner la primera piedra para que el resto del camino sea más llevadero y, sobre todo, más profesional.
 
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