La fábula de Guillermo del Toro con la irresistible Sally Hawkins
La forma del agua llega a los cines y los Premios Oscar la esperan como agua de mayo. Así, aparece en cartelera una nueva gran película de Guillermo del Toro, quien ya deslumbró a multitudes con El Laberinto del fauno pero también fue artífice de otras grandes películas.
Ya desde el título, el director Guillermo del Toro, atrapa al espectador en su metáfora visual. Se trata de un precioso cuento de hadas en el que se sumerge desde el primer instante gracias a una paleta cromática siempre virada a los tonos verdeazulados y a una deliciosa banda sonora compuesta por Alexandre Desplat que lo acerca a un posible segundo Oscar.
La forma del agua tiene lugar en plena Guerra Fría, cuando la carrera militar y espacial está en su punto más álgido. Eliza (una estupenda Sally Hawkins) es una empleada de la limpieza muda que trabaja en una instalación del Gobierno que esconde unos laboratorios secretos. Su vida cambia por completo al descubrir a un ser enigmático: un hombre-anfibio de cualidades únicas que vive encerrado y es víctima de diversos experimentos.
Eliza empieza entonces a sentir simpatía por este extraño ser y tiene lugar una inusual conexión entre los dos. Pero el mundo real no es un lugar seguro para un hombre de estas características.
Porque en medio de todo esto, la película comparte un nutrido grupo de elementos que recuerdan a mitos clásicos del cine y la literatura como La Bella y la Bestia o La Criatura del Lago como referencia casi omnisciente y absoluta, de la que no reniega.
La gran virtud de Del Toro, aparte de dirigir con gran maestría, es saber dar a cada secundario su peso específico, con actores increíblemente buenos como Richard Jenkins, Michael Shannon, Michael Stulbargh, Octavia Spencer...
Todos ellos consiguen brillar aunque todo casi termina personalizándose en la pareja protagonista, y luego casi solamente en la figura de una espléndida y perfecta Sally Hawkins.
Así, La Forma del agua es un cuento. Una fábula. Hay un "monstruo" bueno. Hay una joven sensible y pura. Hay amor y hay romanticismo. Y hay bellísimas imágenes enmarcadas en planos muy elaborados con movimientos de cámara lentos, poéticos.
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