Felipe VI y Letizia, una hora para bajar del avión a su llegada a Aeroparque
El Airbus 310 de la Fuerza Aérea Española en el que viajaron a Buenos Aires aterrizó en Aeroparque, el aeropuerto metropolitano Jorge Newbery, poco antes de las 21:00 horas (00:00 del lunes GMT). Es un aeropuerto ubicado en la misma ciudad de Buenos Aires en el que habitualmente operan aviones de menor altura y envergadura que los que lo hacen en el aeropuerto internacional de Ezeiza, situado a unos 35 kilómetros al sudoeste de la capital.
La cercanía del Aeroparque al centro de la ciudad fue uno de los motivos por los que se decidió que el avión de los Reyes aterrizase en su pista. Lo hizo y se desplazó hasta el lugar en el que sus ocupantes tenían que descender, donde se encontraban ya esperando un cordón de honores y las autoridades correspondientes.
Pero ahí comenzaron las sorpresas. Nadie comprobó la información del avión en el que viajaban los Reyes. Ni verificó el tipo de escalerilla que se debía de aplicar para el descenso del avión. Esa escalera estaba guardada en un hangar especial al que se accedía con huella dactilar. Casi una hora de retraso hasta que se solucionó el problema que dejó en evidencia al protocolo, los responsables del aeropuerto y el estilo en el que funcionan las cosas en el país.
Hay que recordar que cuando llegó el presidente de Francia, acompañado por su esposa, para asistir a la cumbre del G-20 nadie les esperaba, no se había previsto su llegada y no hubo ningún responsable que diera la cara.
Al menos a Felipe VI y Letizia les recibieron el ministro de Exteriores de Argentina, Jorge Faurie; el embajador español en Argentina, Javier Sandomingo; y el representante de Argentina en España, Ramón Puerta.
De forma oficial se aseguró que la tripulación del avión del Rey contactó con Intercargo, la empresa de logística aérea que opera en Aeroparque. Intercargó sin embargo falló, según la versión oficial. Fue necesario buscar con urgencia la escalera del Tango 04, uno de los aviones de la flota presidencial argentina. En la noche de otoño de Buenos Aires fue sorprendente, y embarazoso, todo este episodio de la escena de una hora de espera en Aeroparque.
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